Learn Spanish Through Scary Halloween Stories: El cumpleaños | EP394

Learn Spanish with this scary story for your Halloween nigh. Be careful! This Spanish lesson can produce chills, cold sweats and a lot of fear! Transcript available.


Hola y bienvenido o bienvenida a otro episodio especial de Halloween. Como cada año, comparto una historia de terror contigo. Otros años he compartido contigo otras historias de terror como “El Espejo”, “La Mano Negra”, “El Sillón del Diablo” y la historia de “La Chica del Lago”. Con estas historias puedes mejorar tu comprensión oral del español escuchando un pequeño relato de terror.

learn-spanish-halloween-story

Este año te voy a contar una historia que nos dejó asombrados. Es la historia de un asesinato. Hemos titulado esta historia “El Cumpleaños”.

Un día, hace algunas semanas, estábamos de paseo por Valladolid. A veces damos largos paseos para mover las piernas y despejar un poco la mente. Pasear por la ciudad nos gusta mucho, especialmente por nuestro barrio. El barrio de Delicias es un barrio de personas trabajadoras. Hay una zona en la que hay un edificio abandonado.

Aquel día, teníamos un poco de ganas de aventura, así que decidimos entrar en este edificio. Siempre lo habíamos visto, pero no sabíamos exactamente qué era. Era un edificio muy grande, parecía un hospital antiguo o una escuela. No estábamos seguros. Así que decidimos entrar a investigar.

Ya estaba anocheciendo, así que estaríamos poco tiempo. Solo queríamos echar un vistazo. Pronto nos dimos cuenta de que aquel edificio era un hospital, pero era un hospital bastante raro. No había casi nada dentro, solo algunos muebles y algunos objetos médicos muy antiguos. Todo estaba cubierto de polvo. En algunas habitaciones y en algunas salas también había libros muy viejos y cuadernos, muchos cuadernos con anotaciones.

Entramos en una habitación en la que no había nada. Solo había una carta en el suelo. Curiosamente, la carta estaba muy limpia. Parecía que alguien la había dejado allí hacía poco tiempo. El sol se estaba poniendo en el horizonte y, por un pequeño hueco en la persiana de la ventana, entraba un rayo de luz. El rayo de luz iluminaba directamente la carta. Parecía como si nos estuviera invitando a cogerla y a leerla. Así que, lo hicimos.

En este momento tengo la carta en mi mano. Decidimos cogerla porque lo que había escrito en ella nos dejó muy mal cuerpo. Voy a leerte la carta. Está escrita en primera persona, parece que alguien decidió escribir su propia historia.

El cumpleaños

Ya se ha hecho de día, por fin se ha hecho de día. Me doy media vuelta en la cama y miro el reloj despertador. Vienes, 23 de agosto de 2019. Me llamo Claudia y hoy cumplo 50 años. Exactamente hoy a las 10:32 minutos de la noche. Y hoy, a las 10:32 minutos comenzará para mí una nueva vida. Una vida libre, jugosa, una vida diferente…

Me doy otra media vuelta en la cama y veo a mi marido durmiendo. Siempre durmió así, profundamente, de un tirón, sin desvelarse, sin soñar, hasta durmiendo es vulgar. Hasta cuando era joven parecía vulgar. 25 años llevo soportando su vulgaridad. 25 años. Y pensar que muchos de mis amigos me envidian… “Tienes un marido maravilloso, Claudia”, me suelen decir. Ya lo creo: dulce, cariñoso, hogareño, amable… En esto tienen razón. Es amable, excepcionalmente amable y ordenado, sobre todo, ordenado. Siempre me dice cosas como: “no te preocupes Claudia, acuéstate, yo ordenaré la casa”, o, “he ordenado todas tus cosas Claudia”, o, “ya te he preparado todas tus cosas para mañana”, o, “he lavado tu ropa y la he planchado, está ordenada en el armario”. Y me levanto, abro el armario y allí está todo, perfectamente ordenado, limpio y planchado. Voy al baño y allí está todo limpio y ordenado: mis cremas, mi secador, mis toallas, mi esponja. Todo listo para que me duche nada más levantarme. Mi marido lo tiene siempre todo en orden, todo bien colocado y listo para usar.

Pues bien, algo he aprendido de ti en estos 25 años. Yo también lo tengo todo ordenado y preparado… para matarte.

En este momento dejamos de leer y nos asustamos un poco. ¿Estábamos ante la carta de una asesina? Era una carta, no una novela ni un cuento. Nos miramos con cara de sorpresa, pero continuamos leyendo, teníamos que saber qué más decía la carta.

Cuando mi marido se levanta, habla, habla y habla. Hace 25 años que lo oigo hablar sin parar, 25 años y durante todo ese tiempo no ha dicho nada que merezca la pena. Hoy por fin callará, callará para siempre.

“Sí cariño, tú me enseñaste a ser ordenada”. Desde hace meses lo tengo todo preparado y en orden. Este cuchillo por ejemplo.

En la carta aparecía un dibujo extremadamente detallado de un cuchillo. En el dibujo aparecían sus medidas, el material del que estaba hecho el cuchillo, ¡hasta el más mínimo detalle! Seguimos leyendo.

No compré este cuchillo hasta que me aseguré de que era el cuchillo perfecto. Antes de comprarlo lo comparé con cientos de cuchillos. Me aseguré de que este cuchillo era el más afilado, el mejor templado, el que menos dolor te causaría.

Eran las 8:41 minutos, estábamos… desayunando. Y él, como siempre, hablando, hablando y hablando, pero sin decir realmente nada. Le sonrío y asiento con la cabeza como si estuviera escuchando, pero no. No estoy escuchando, en mi cabeza suenan otras voces: “Tengo que matarte, ¿entiendes? Primero para librarme de ti y luego para que no me busques cuando me vaya del país. Solo necesito tres días. Lo tengo todo preparado, todo en orden, como tú me has enseñado”.

Él se levanta de la silla y pienso: “ya sé a dónde vas, vas a buscar mi regalo de cumpleaños, que, por supuesto, dejaste bien ordenado en la despensa”. Una despensa, limpia y ordenada, como todo lo que tocas…  La cerradura funciona bien, lo sé porque ayer la engrasé para que funcione perfectamente. Lo hice porque es ahí donde pienso esconder tu cadáver cuando te mate.

Ahí viene con mi regalo, pero este año no se trata de una sorpresa. No es una sorpresa porque, me regalaste lo que te pedí: una buena maleta de avión. Oscura y ligera. “Gracias por tu regalo, te quiero” fue lo que le dije.

Ahora son las 9:04 minutos. Ya se va a trabajar. Aunque creo que no es necesario, porque ya lo sabe, le digo que esa noche iríamos a cenar a un restaurante. “A las diez y media quiero estar en casa para… para ver en la televisión algo que me interesa”. Y él se despide con un beso y un te quiero, amable, como siempre.

Vivimos en un bloque de pisos. Tenemos varios vecinos, pero es viernes y casi todos estarán fuera. Son jóvenes, siempre salen los viernes y no vuelven hasta la madrugada. Como digo, lo tengo todo pensado desde hace mucho, todo en orden, como tú me enseñaste. Si grita, nadie podrá oírlo.

Exactamente a las 10:32 minutos cambiará mi vida, saldremos del ascensor, llegaremos frente a la puerta, le pediré que abra la puerta con su llave y, nada más entrar, cuando se agache para quitarse los zapatos… Todo acabará para él. Será fácil y rápido.

De momento tengo que recoger los billetes de avión. Pienso ir hasta Río de Janeiro, en Brasil. Pero no lo haré desde España, primero tomaré un vuelo a Suiza que me llevará hasta México. Después tomaré otro avión en México que me llevará hasta Sao Paulo. En Sao Paulo tomaré un autobús para llegar hasta Río de Janeiro. Tengo memorizados todos los pasos, los horarios, los nombres de las compañías, todo el camino, los números de asiento… todo. Alguien me ha enseñado a ser muy ordenada.

Llego a recoger los billetes de avión y la chica que me atiende me dice: “aquí tiene sus billetes, felices vacaciones, no olvide nada”. Yo le contesto: “no se preocupe, soy muy ordenada, alguien me enseñó a hacerlo, gracias”.

Después me voy a trabajar. Entro a la empresa feliz y contenta. ¡Cómo no estarlo! ¡Es mi último día en ese infierno! Entro con una sonrisa y saludando a todos los compañeros. Me imagino la cara que pondrán cuando al día siguiente se enteren de lo que ha pasado y eso me hace sonreír más.

Llego a mi mesa de trabajo. La mesa a la que he estado encadenada durante 18 años. Una condena que ya es mayor de edad. Levanto la mirada de la mesa y ahí está la puerta que me quedo mirando desde hace 18 años. La puerta que un compañero abre por la mañana y la puerta que yo cierro cuando me voy por la tarde. La puerta que da acceso al lugar donde el banco en el que trabajo, guarda el dinero. Esa tarde, antes de irme a casa cerraré esa puerta y no se volverá a abrir hasta el lunes. Sonrío cuando pienso la cara que pondrán en el banco cuando mi compañero llegue el lunes y vea todo lo que falta.

Hay que hacer las cosas sencillas. Para lo que he planeado solo hacen falta dos cosas: dinero y un cuchillo. No me hace falta mucho dinero, solo lo suficiente para empezar de nuevo.

Hicimos otra pausa. La verdad es que nos estaba dando escalofríos, ¿habíamos encontrado una confesión? ¿Era una broma? La carta era larga. También hablaba de lo estúpidos que eran sus compañeros y de lo que pensaba sobre ellos. Me saltaré esta parte e iré directamente a lo más interesante. Sigo leyendo la carta:

Ya estamos en el restaurante, tomando champagne. He pedido champagne después de cenar, para celebrar… Son las 10:05 minutos de la noche. Dentro de 27 minutos estrenaré una nueva vida.

Levanto la copa de champagne y digo: “por ti cariño, que has sabido hacerme feliz, que me has querido y que has sabido hacerme… ordenada”. Brindamos y bebemos mientras reímos.

Salimos del restaurante y llegamos a casa. No estábamos muy lejos. Son las 10:29 minutos. Abrimos la puerta del portal y entramos, llamamos al ascensor, tarda un poco en bajar. Son las 10:30 minutos. El ascensor sube, el tiempo ahora se hace eterno. Es como si esos últimos minutos hacia mi nueva vida, se estuvieran burlando de mí. El ascensor se detiene, mi marido me sonríe y me permite salir primero. Salimos del ascensor y nos detenemos un momento. Son las 10:31 minutos. Le digo a mi marido: “¿Sabes una cosa? Dentro de un minuto exactamente cumpliré cincuenta años”. Él no responde, es la primera vez que está callado en todo el día, pero me sonríe.

Nos acercamos a la puerta y le dejo que busque la llave para abrir. Abre la puerta y entra. Yo también entro y cierro la puerta. Mi marido se detiene y se agacha para quitarse los zapatos. ¡Qué previsible! Hace exactamente lo mismo desde hace 25 años. En ese momento saco el cuchillo y se lo clavo en la espalda donde creo que está el corazón. No me ha visto, y creo que por la sorpresa, no grita nada. Saco el cuchillo. Él se da la vuelta y me mira con expresión horrorizada. Vuelvo a clavarlo, esta vez en el hígado. La sangre empieza a salir, hay salpicaduras de sangre. Saco el cuchillo y vuelvo a clavarlo, esta vez, en el pecho. Creo que su vida ya se ha ido pero vuelvo a clavar el cuchillo varias veces más. Tengo que asegurarme. Una vez, y otra, y otra, y otra.

Mejor imposible, no se ha oído nada. Él no ha gritado, yo no he gritado. Todo en silencio. Ahora tengo que llevar el cuerpo hasta la despensa. Tengo toda la cara y la ropa llena de sangre, pero estaba todo pensado. Nadie lo ha visto, nadie se ha enterado. Podré ducharme tranquilamente y después me iré al aeropuerto. Arrastro su cuerpo tirando de los brazos y andando de espaldas.

Cuando llego al salón alguien enciende la luz: “¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños!”. Suelto el cadáver, me doy media vuelta y allí están todos nuestros amigos, nuestra familia, algunos compañeros de trabajo. Todos perfectamente ordenados alrededor de una mesa y observando la macabra escena. Una fiesta sorpresa… para todos.

Ahí terminaba la carta. Decidimos irnos de allí. La verdad es que nos asustó. Nunca vimos una noticia sobre ese asesinato en las noticias. Había dos posibilidades. O se trataba de una broma macabra, o la asesina también mató a todas aquellas personas y todavía nadie lo sabe. Quizá no existe o quizá está en Río de Janeiro disfrutando de su nueva vida. Creo que nunca lo sabremos.

Bueno, pues aquí termina esta historia. Tengo que decir que este año he decidido hacer un pequeño homenaje a un productor de televisión y cine español que falleció este año. Se trata de Chicho Ibáñez Serrador. Este hombre fue una persona con una imaginación enorme. Durante muchos años creó programas de televisión muy populares en España y también dirigió algunas pequeñas películas. Los programas y las películas de Chicho Ibáñez Serrador eran muy originales, entretenidas y divertidas.

Una de sus series más conocidas es “Historias para no dormir”. Se trataba de historias de terror como la que te he contado. De hecho, la historia que te he contado hoy está basada en el primer capítulo de la serie “Historias para no dormir”. En estas historias Chicho siempre intentaba dar un poco de miedo al espectador mientras contaba alguna historia interesante. Solía utilizar un poco de humor negro, como has visto al final de esta historia.

Creo que puedes usar estas historias para aprender algo de español. Muchas de ellas están en YouTube. Simplemente busca “historias para no dormir” y podrás ver muchas de estas pequeñas películas. Las más cortas duran unos 15 minutos, las más largas duran una hora.

Como te digo, Chicho Ibáñez Serrador falleció este año y a mucha gente le dio bastante pena. Era una persona muy querida por todos los españoles, porque, nos ha ofrecido muchas horas de entretenimiento en la televisión. Él nació en Uruguay, en la ciudad de Montevideo, pero cuando empezó a estudiar en el instituto vino a vivir a España. Pasó el resto de su vida en nuestro país.

Pues esto es todo por hoy. Espero que te haya gustado la historia. Recuerda usar la repetición con esta lección, de esta forma memorizarás mejor el vocabulario, las expresiones y las frases que aparecen en la lección.

Un saludo, mucha suerte, y que pases un terrorífico Halloween.


Créditos:

Música al inicio y al final de la lección

Guess Who de Kevin MacLeod está sujeta a una licencia de Creative Commons Attribution (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/)

Fuente: http://incompetech.com/music/royalty-free/index.html?isrc=USUAN1100214

Artista: http://incompetech.com/

Música de fondo

“Metaphysik” Kevin MacLeod (incompetech.com) Licensed under Creative Commons: By Attribution 3.0 License – http://creativecommons.org/licenses/by/3.0/

Efectos de sonido

NASA – Emisiones de radio entre Saturno y Encélado capturadas por la sonda Cassini